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Al estilo del bambú

En el último vídeo subido a mi canal de YouTube decía que conocerse a uno mismo es una de esas cosas que nunca acabamos de hacer del todo. Da igual la edad que tengamos, cada día que pasa seguimos avanzando en ese proceso de conocimiento; el que crea que se conoce perfectamente no ha entendido de que va el juego.

Siempre hemos oído que en la vida hay que ser como juncos, que se pueden doblar en la dirección del viento sin llegar a partirse, pero a mí me gusta imaginar que mi camino por la vida se asemeja más bien al bambú. El bambú tiene una forma de crecer bastante curiosa pues, cuando plantas la semilla, durante los primeros años no ves nada de nada. Imagínate plantar súper ilusionado una planta, regarla día tras día y no ver ni rastro del tallo sobresaliendo de la tierra, ¡menuda desilusión!

Lo mismo pasa en la vida, todo lo que es realmente importante lleva tiempo. Cuando construimos relaciones de amistad, o en un matrimonio, o cuando emprendemos negocios, iniciamos estudios… nada de eso se puede conseguir de la noche a la mañana. Lleva tiempo prepararse para dar el paso, y una vez dado, esfuerzo para conseguir el éxito. Eso le ocurre al bambú, cuando lo plantas aparentemente parece que no ocurre nada. Sin embargo, no ocurre nada en la superficie, en lo visible, pero lo que durante esos primeros años está ocurriendo es la parte más importante y fundamental para el éxito: se están arraigando las raíces.

La raíz es lo que permite que el bambú crezca alto y fuerte, y que permanezca arraigado cuando hay vendaval o vengan lluvias. En la vida las raíces de nuestras relaciones son las que hacen que, cuando llegan malos momentos, no se rompan. Qué importante es dedicarle tiempo a que las raíces se arraiguen bien.

Una vez que el bambú empieza a crecer en la superficie, no lo hace progresivamente. El bambú crece del tirón (según algunas fuentes puede crecer entre 30 y 50 centímetros en un día, y alcanzar hasta 25 metros), sobre un tallo finito que luego empieza a engordar antes de crecer otro tramo en vertical. El bambú le dedica tiempo a consolidarse, y volviendo al paralelismo con la vida, también nosotros necesitamos tiempo para consolidar las cosas que queremos que duren, antes de pretender recoger los frutos. Cuando no consolidamos nuestro crecimiento, podemos crecer de cualquier manera, y eventualmente rompernos.

Tres ideas clave y conclusiones:

  • Todas las cosas importantes de la vida llevan tiempo. La paciencia es una virtud.
  • Es fundamental tener una base sólida y bien armada, antes de pensar en recoger frutos (un árbol sin raíces no puede dar fruto ni sobrevivir).
  • Consolidar el crecimiento es clave para seguir creciendo.

Claudio Hernández Olalla.

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